domingo, 4 de mayo de 2014

Madre no hay más que una



Hay años que el Gran Premio de Jerez coincide con el día de la madre y cuando eso ocurre el gran premio se vuelve aún más especial de lo que ya lo es. Madre solo hay una y para cada uno la nuestra es la mejor, es la que hace la mejor tortilla, las mejores croquetas y la más guapa y lista del mundo, pero hay algo que es universal – además de frases del tipo ‘me quitas la vida’, ‘abrígate que hace frío’ o ‘¿te crees que soy tonta? yo también he tenido 15 años’ - y eso es la preocupación de un madre.
En el Mundial se ve esa preocupación en estado puro. Las madres de los pilotos se dividen en dos, por un lado las que ven las carreras o las que se quedan fuera del box. En el primer caso están las madres de Dani Pedrosa, los hermanos Espargaró o el que fuera piloto Ben Spies y en el segundo la de Luis Salom o los hermanos Márquez. Da igual del tipo que sean todas sufren cuando sus hijos se suben a la moto y con cada curva. Gritan con cada adelantamiento y se agarran a quien tengan al lado si su hijo se toca con otro piloto.

Ya es habitual ver a Anna, la madre de los Espargaró agarrada con fuerza de la mano de su hija pequeña; a Roser sin mirar la pantalla para no ver a sus hijos Marc y Álex; a María, la de Salom sentada en la parte trasera del box sin querer saber nada o si esta dentro del box rezando con la cabeza agachada. Hoy hemos visto como la madre de Álex Rins también es de las que reza aunque en su caso no aparta la mirada de la pantalla; al igual que hacía Mary Spies, que no se perdía ni un solo detalle de cada carrera de su hijo.

Pueden que al principio se opongan a que sus hijos se suban a una moto y mucho más a que se jueguen la vida a 300 km por hora, pero acaban cediendo, porque ese es el papel de las madres, apoyar a sus hijos por mucho que les hagan sufrir; y al final acaban amando ese deporte que a sus hijos les hace felices.

Vean o no las carreras el primer abrazo es para ellas según llegan al parque cerrado o la primera llamada si no están en el circuito. Y es que aunque a veces no lo sepamos ver, las madres siempre tienen razón y en el caso de los pilotos cada vez que les dicen: “no corras”,  saben que en realidad les están diciendo: “hazlo bien y no me hagas sufrir mucho”.

En mi caso, mi madre no sufre porque me suba a una moto a 300 km por hora ni nada más alejado de la realidad, ella sufre porque vivo cada carrera como si yo fuera la madre no de uno sino de todos los pilotos, porque me levanto de madrugada, porque no salgo si hay Gran Premio; y hoy me he dado cuenta que no solo me parezco yo a ella sino que ella se empieza a parecer a mí y ya vive las carreras como yo.

Madre no hay más que una y da igual que vean las carreras, no entren al box, recen, griten a la televisión, hagan las mejores croquetas o tortilla de patatas del mundo, lo importante es que... "Mamá, tú alegras mis días".

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