sábado, 2 de octubre de 2010

El nombre del Campeón

Álex Crivillé ya tiene sucesor y, con la mayor de las probabilidades, ese sucesor será Jorge Lorenzo. Apenas habían pasado seis minutos del inicio de los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Japón, cuando un fallo mecánico provocaba la caída y posterior lesión de Dani Pedrosa, eliminando así sus posibilidades de luchar por el título.
Ahora es muy fácil quitarle mérito a este título, pero si Lorenzo se proclama campeón del mundo será por méritos propios y no por las lesiones o errores de otros pilotos, -Crivillé fue campeón tras lesionarse Mick Doohan-. Lorenzo lleva desde el inicio de la temporada demostrando que el 2010 está siendo su año. Ha sido el mejor antes y después de que Rossi se fracturara la tibia y el peroné y ha sido el mejor antes y después de que Pedrosa se rompiera la clavícula. Puede que el piloto mallorquín tenga suerte, pero no hay que olvidar que estos dos grandísimos pilotos se cayeron mientras le perseguían.
Muchos continúan viendo en Lorenzo a aquel chaval de 14 años que llegó al Mundial con aires chulescos y con la intención de comerse el mundo y que afirmaba sin ningún problema que sería campeón del mundo de MotoGP. Desde entonces ha llovido mucho y ahora al piloto mallorquín le avalan los números: 23 años, dos títulos mundiales en 250cc, 141 grandes premios, 33 victorias y 68 podios; y esta temporada de 13 carreras ha ganado 7, se ha subido al podio en 12 y en Aragón obtuvo su peor resultado, cuarto.
Apoyarse en aquel Lorenzo adolescente y en las lesiones de otros pilotos, fruto de las carreras, es la única salida para todos aquellos que se resisten a reconocer su talento y en admitir que ahora aunque sigue manteniendo un punto chulo, Jorge Lorenzo es serio, profesional y capaz de imponerse en las carreras como lo haría todo un campeón del mundo. Algo que llegará a ser.

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