A veces cuesta recordar que son adolescentes; parecen adultos, trabajan como adultos, viven rodeados de adultos y tienen que tomar decisiones de adultos, pero no dejan de ser adolescente. Jóvenes que siguen haciendo primar los sentimientos frente a la razón. Por eso, en ocasiones aparecen noticias como la de Maverick Viñales.
Es una de las promesas del motociclismo, una de esas joyas que brillan desde la primera vuelta, que fascinan, que luchan, trabajan y pelean por conseguir el Mundial; título – todavía tenía opciones matemáticas- al que Viñales dice adiós y con él a su equipo, a sus representantes y a su pasado. En Malasia, a falta de tres carreras para finalizar la temporada, ha decidido romper con todo, volverse a casa y prepararse para el próximo año, si es que hay un hueco para él en el campeonato.
En el Gran Premio de Aragón renovó con su equipo el Blusens Avintia por dos años pero eso no ha sido suficiente. Cansado de llevar una moto que considera no está a la altura, se siente decepcionado y traicionado, tacha al que por contrato sigue siendo su equipo de poco profesional y a sus representantes de haberle ocultado ofertas de otros equipos. El jueves por la noche se reunió con sus representantes y directores deportivos, Ricard Jové y Raúl Romero y en la mañana del viernes ya volaba de vuelta a España junto a su padre, dejando su box vacio.
No es fácil ver cómo pasas de ser favorito a luchar con todas tus fuerzas por llegar al podio, y es en esos momentos donde hay que demostrar la madurez y que verdaderamente te mereces el sitio en el que estás. Huir porque las cosas no son como tú quieres a falta de tres carreras no es la solución, no es la imagen que deben tener de ti los equipos y sponsors.
Es normal querer dejarlo todo en situaciones así y más con 17 años. También es normal que tu padre te lleve de vuelta a casa si te ve mal. Pero el motociclismo no es un deporte normal, porque no es normal subirte a una moto con tres años, competir con seis y estar en el Mundial a los 16.
Al final todo se resume en que un campeón tiene que serlo dentro y fuera de la pista, pero para serlo tienes que empezar desde dentro.
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