Parece fácil
ponerse a escribir sobre Marc Márquez pero no lo es. Cuesta encontrar palabras
después de verle llevar una GP, no se han inventado adjetivos para describirle
y llamarle histórico es quedarse corto.
Siempre he
defendido seguir las categorías de cilindradas más pequeñas para entender a un
piloto una vez llega a MotoGP, pero en el caso de Márquez no sirve de mucho
porque da igual las veces que le veas siempre saldrá con algo sorprendente. Le
hemos visto caerse en 125cc, ganar su primer Mundial, subir a Moto2, pegar el
estirón, ganar carreras casi imposibles – remontando desde la última posición –
ganar su segundo Mundial, subir a MotoGP, maravillar al mundo, ganar su tercer
Mundial, hacer historia y aún no parece ver cercano su límite.
El domingo cruzó
la meta en tercera posición, lo suficiente para coronarse Campeón del Mundo y
no poder dejar de sonreír. Lo ha conseguido con tan solo 20 años, pero quizás
esto no sea tanto lo impresionante sino la manera en que lo ha hecho. Cada año en
el Mundial hay pilotos buenos y otros muy buenos, pero hay muy pocos que
consigan poner en pie a toda una grada, independientemente del número que
defiendan. Cada piloto tiene sus seguidores y detractores, pero muy pocos
consiguen que toda la afición se rinda a sus pies. La vida nos da muy pocos de
esos pilotos y Marc Márquez es uno de ellos.
Márquez
conquista tanto dentro – consigue que con cada carrera te apasiones un poco más
por este deporte – como por fuera – es simpático, gracioso y nunca deja de sonreír
– de la pista. Los demás pilotos le
“amenazan” a través de Twitter, incluso Valentino Rossi proponía que le
sancionaran durante dos o tres carreras; solo dos pilotos no han participado de
estas bromas, Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa y es que ellos tenían que pelear con
él por ganar carreras. Pero esto solo hizo que se lo pasara mejor carrera tras
carrera y es que intentar buscarle explicación a Márquez no tiene sentido,
porque como dice Emilio Alzamora “Marc es Marc”; y sólo necesita una vuelta el primer
día de entrenos para encontrar el punto al circuito sobre la moto o un par de
carreras para perderles el miedo a los demás pilotos, cruzar la moto y llegar
incluso a bromear con Valentino Rossi, su ídolo.
Pese a que sus
rasgos ahora son más fuertes su risa le delata, no queda muy lejano aquel niño
bajito, pequeño, sonriente, que recordaba a Dani Pedrosa que llegó al Mundial
en 2008. Por aquel entonces nadie podía imaginarse que el niño el cual se caía
con frecuencia de la KTM llegaría a llevar una moto GP como si de una 500 se
tratara. A través de esas caídas le toco aprender a ir sobre la 125cc, entre
los codazos de la jungla que es Moto2 a llevar una 600cc y en GP empezó
siguiendo la rueda de Pedrosa para terminar dando las clases él.
Si eres bueno destacas
sobre las motos más pequeñas, pero Márquez brillaba sobre aquellas motos –
sobre las que ya casi nadie recuerda verle montar, pero que están mucho más
cerca de lo que parece – y ahora reluce sobre la 1000cc.
Tras ganar el
Mundial le agradeció a su madre haberle parido; creo que todos debemos
agradecerle a Roser Alentá el dejarnos disfrutar de su hijo sobre la moto,
porque no solo le parió sino que le dejó subirse a una moto siendo muy pequeño,
mucho más pequeño.
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