jueves, 26 de diciembre de 2013

Lucky number 7


En ocasiones, a lo largo de la historia aparecen pilotos que son recordados más allá de sus logros deportivos, cuya personalidad y carisma no dejan indiferente a nadie. Barry Sheene, es uno de esos pilotos que se mantienen en la mente de los aficionados por muchos más motivos que sus dos títulos mundiales y es que resulta difícil borrar la imagen del piloto británico fumando en la parrilla de salida antes de una carrera, el Pato Donald sobre su casco o el número siete que lucía en su carenado.

Barry Sheene fue más que uno de los mejores pilotos con los que ha contado Inglaterra en toda su historia, fue una de las mayores celebridades internacionales de la década de los 70, y es que durante esos años los británicos contaban con tres grandes estrellas en el mundo del motor. James Hunt en F1, Roger Clark en rally y Barry Sheene en motociclismo.

Como dice el dicho ‘de tal palo tal astilla’, y con un padre que había sido piloto y era un experimentado mecánico de motos Sheene no podía dedicarse a otra cosa. Lo que nada tuvo que ver con su padre fue todo lo que creó a su alrededor y que nada tenía que ver con las dos ruedas. Durante su carrera se valió de su atractivo, encanto y acento londinense para auto promocionarse. Esto unido a su carácter eufórico y su interés por los negocios- quizás fuera el primero en descubrir la importancia de la televisión y la publicidad- le convirtieron en uno de los pioneros en eso de hacer negocio de la imagen en las motos. Es más, se le considera el precursor de la introducción del marketing y la imagen en el mundo de las dos ruedas.

Con 20 años se convertiría en Campeón de 125cc del Campeonato Británico, y un año más tarde terminaría segundo en el Mundial en la misma categoría. Tres años después, en 1973, gracias a Suzuki se convertiría en el primer Campeón de la recién creada categoría de Formula 750 en el Campeonato Europeo.

En el momento en el que la carrera de Sheene empezaba a despegar un accidente parecía terminar con su carrera demasiado pronto. En 1975 en las 200 millas de Daytona se rompía el muslo izquierdo, el brazo derecho, la clavícula y dos costillas; pese a todo pronóstico se recuperó y siete semanas –como no podía ser de otra forma-  más tarde estaba corriendo.

Aquel grave accidente en Daytona no frenó a Sheene que en 1976 corría el Mundial de 500cc y se alzaba con el título con cinco victorias a sus espaldas. Al año siguiente revalidó el título de Campeón  del Mundo. Ese año no solo se hacía de nuevo con el título de la máxima categoría sino que terminaba con la tradición de lucir el número 1 en el carenado. Sheene corrió durante toda su carrera luciendo el número 7 sin importarle la posición en la que terminara el campeonato.

Los años finales de la década de los 70 fueron una lucha continua entre Barry Sheene y Kenny Roberts. Ambos son protagonistas del citado como uno de los mejores Grandes Premios de los 70, la carrera en 1979 de Silverstone. Fue al finalizar esa temporada cuando Sheene dejó el equipo de fábrica Heron-Suzuki convencido de que recibía peor equipación que sus compañeros. Cambió Suzuki por una Yamaha privada que llevaría hasta su retirada.

En 1981 mientras Roberts estrenaba su tercer título Sheene aparecía con una Yamaha competitiva determinado a pelear con Roberts para recuperar el dominio del campeonato. Irónicamente ninguno de los dos se llevó la corona cediendo las dos primeras posiciones al italiano Lucchinelli y al americano Randy Mamola, ambos pilotos de Suzuki. Aquel año Kenny Roberts terminó tercero y Barry Sheene cuarto. La carrera disputada en Suecia sería la última victoria del piloto británico. En 1982 un accidente terminaba con su amenaza sobre el título y dos años más tarde se retiraba, siendo el Gran Premio de San Marino el último que correría.

A finales de los 80 la familia Sheene se trasladó a Australia con la esperanza de que un clima más cálido ayudara al piloto retirado con sus problemas de salud, principalmente artritis, que arrastraba de los múltiples accidentes de los que fue protagonista a lo largo de su carrera y también como causa de su adicción al tabaco.  Una vez instalados en el país combinó su intrusión en el mundo de los negocios con el de comentarista para la televisión de los Grandes Premios. Incluso llegó a presentar su propio programa – Just Amazing! - en el que entrevistaba a personas que habían sobrevivido a graves accidentes. En sus últimos años participó en carreras históricas de motociclismo, volviendo con frecuencia a Donington Park.

Sheene fue conocido por pasear a sus novias por los circuitos, hasta que conocido en una sesión de fotos a la que se convertiría en su mujer y con la que tendría un hijo y una hija, Stepahine McLean. Desde ese momento leer en una pizarra Barry I love you – Barry, te quiero – fue algo habitual.  Pero Barry Sheene también fue conocido por criticar sin problema alguno aquello que consideraba peligroso, como el circuito de la Isla de Man TT, el cual creía muy peligroso para el Campeonato del Mundo.

Entre los amigos más íntimos de Sheene se encontraban James Hunt, Ringo Star y George Harrison. Formaron un grupo que disfrutada de su estilo de vida fumando y bebiendo. La estela de Sheene fue tal fuera de las pistas que Eric Idle compuso la canción ‘Mr Sheene’ cuya letra se puede asociar con el piloto británico.

Murió en 2003 de cáncer de esófago y estómago en un hospital australiano pero hasta sus últimos días fue único, renunció al tratamiento convencional de quimioterapia optando por una dieta estricta creada por un curandero austriaco. El mismo año de su muerte, Valentino Rossi – quien le tuvo mucho cariño al piloto británico no solo por lo poco que se conocieron si no porque Sheene corrió con su padre Graziano -  creó una pancarta con una sábana y el número siete que lució en la vuelta de honor del Gran Premio de Australia.

Con dos títulos mundiales en su palmarés Sheene siempre será aquel piloto apuesto que vivió la vida al límite entre carreras, tabaco y alcohol, que llevaba al Pato Donald en su casco y que convirtió el siete de su carenado en el siete de todos.  



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