Es extraño
recordar a un piloto de 24 años, pero lo es más cuando tan solo tienes que
mirar tres años atrás para hacerlo. Dicen que si un piloto muere en pista lo
hace feliz, haciendo lo que más le gustaba, o quizás eso es lo que queremos
pensar.
Marco Simoncelli
es uno de esos pilotos de los que siempre diremos que murió haciendo lo que más
le gustaba y estando a las puertas de conseguir uno de sus sueños, ganar una
carrera de MotoGP. Y es que la temporada de 2011 estaba siendo una de las
mejores de su carrera. Fue un piloto polémico, agresivo en muchas ocasiones y
protagonista de gran parte de las quejas de otros pilotos a Dirección de
Carrera. Pero también es verdad que fuera de pista era divertido, gracioso y al
igual que su íntimo amigo Valentino Rossi rara vez perdía la sonrisa.
Su físico
tampoco pasaba desapercibido; alto, mucho más alto de lo que estamos
acostumbrados a ver entre los pilotos, y con una gran mata de pelo rizado y
alborotado que conformaba su seña de identidad. Los rizos le salían por debajo
del casco y le resultaba imposible ponerse la gorra en el parque cerrado cuando
hacía podio.
Nació en
Cattolica, Italia, y muy pronto empezó a despuntar en el mundo de las dos
ruedas. Formaba parte de una generación de pilotos italianos, Andrea Dovicioso
era otro de ellos, los cuales primero fueron rivales en carreras de minimotos,
para más tarde volver a encontrarse en el Mundial. Dejando atrás las minimotos
en 2002 compaginó el Campeonato de Europa, del que se proclamaría Campeón ese
mismo año, con el Mundial corriendo en 125cc.
Desde 2003 su
carrera fue en ascenso. No tardo en ganarse el mote de SuperSic. Debutó en el
Mundial sobre una 125 y un año más tarde conseguiría en el último Gran Premio
de la temporada, en Valencia, su primera victoria en mojado. La primera
victoria en seco llegaría en el GP de Jerez en 2005, en el que sería su último
año en la categoría. Gilera le llevó a 250 permaneciendo con la marca italiana
durante toda su andadura por la categoría.
2008 se
convertiría en un gran año para el piloto italiano. El Gran Premio de Mugello
no solo supuso la carrera en casa de cada temporada, sino su primera victoria
en la categoría, eso sí, sin estar exenta de polémica ya que en la última
vuelta se toco con Héctor Barberá y el piloto español terminó en el suelo. Su tercer
puesto en Malasia le valió para proclamarse Campeón del Mundo y ofrecernos la
ya famosa imagen del italiano dando la vuelta al circuito con la camiseta
conmemorativa del título, los brazos abiertos y la melena al viento.
En 2010
comenzaba su andadura en la categoría reina y su etapa más polémica. A lomos de
una Honda del equipo San Carlo Honda Gresini comenzó a codearse con los mejores
pilotos del mundo. A medida que iban pasando los Grandes Premios y que iba
ganando comienza su pilotaje se fue volviendo más agresivo, y sobre todo en 2011
que se convirtió en protagonista de todas las polémicas que rodeaban a la
categoría que se producían en cada carrera. Se veía fuerte, capaz de ganar y
todos sabíamos que podía hacerlo pero que primero necesitaba calmar el ansía
que demostraba por conseguirlo.
Sepang, el mismo circuito que le dio el título de 250cc, se convertiría en el más negro de toda su carrera. Aquel 23 de octubre tras un accidente en pista el piloto italiano perdía la vida con tan solo 24 años. Murió aferrado a su moto, a su pasión. No merece la pena recordar como fue el accidente, creo que a nadie se le ha borrado de la mente lo que ocurrió y lo que sintió al ver a Simoncelli en el suelo o a Rossi mirando atrás.
En su honor se
cambió el nombre del circuito de Misano al de Misano World Circuit Marco
Simoncelli, y su familia creó la Fundación Marco Simoncelli que en palabras de
su propio padre Paolo Simoncelli la premisa de esta es que: el
sueño de mantener vivo el recuerdo de Marco pueda contribuir a aliviar el
sufrimiento de aquellos que están en peor situación que nosotros.
Aquel día se volvió
negro para todos los aficionados, fueras o no fan Simoncelli, pero es cierto
que aunque ya no esté sigue formando parte del mundo del motociclismo en cada
aficionado que sigue llevando las gorras, las camisetas con el 58, en cada moto
que luce el número, en cada piloto de su círculo de amigos que lleva el número
del italiano tatuado y sobre todo en Valentino Rossi, que no solo perdió a un
amigo sino que perdió a un hermano y nunca dejará que Marco Simoncelli sea
olvidado.
Ya no está pero
siempre será SuperSic y siempre estará en nuestros corazones.
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