viernes, 18 de abril de 2014

Los mosquitos de Lorenzo


“Nunca lo hago, pero me he quitado lo de los mosquitos antes de la salida porque no veía bien y me he desconcentrado”. Esa fue la explicación que dio Jorge Lorenzo mucho después de que terminara la carrera en la que un fallo garrafal en la salida solo le permitió ser décimo.

Se adelantó en la salida, no un poco, mucho; adelantó a los pilotos de la primera fila según se encendieron las luces del semáforo, sin esperar a que se apagaran. Se vio perfectamente como tuvo un momento de duda pero siguió, no frenó. Una vez cometido el error hizo lo adecuado, seguir y conseguir la mayor distancia posible ya que sabía que tenía que hacer un drive through que le obligaría a remontar desde muy atrás, sino desde la última posición que fue lo que ocurrió.



Nadie mejor que él sabe lo que se le pasó por la cabeza antes de la salida el domingo, desde casa daba la impresión de que se le habían cruzado los cables, pero si él dice que fue por los mosquitos habrá que creerle; aunque en mi opinión hay algo mucho más grande que unos simples insectos para que un piloto tan fuerte como Lorenzo esté tan desconcentrado.

De las dos carreras disputadas en este Mundial el mallorquín solo ha podido coger 6 puntos, los que le dieron su décima plaza en el circuito de Austin ya que en Qatar las ganas de seguir la que parecía la única estrategia posible – coger mucha distancia en muy poco tiempo para que las Hondas tardaran en cogerle – le hicieron caerse en la primera curva y volverse con el primer cero de la temporada.


Lorenzo no está y las demás cosas que le rodean tampoco. O mejor dicho, porque las cosas que le rodean no están, él tampoco. Que la M1 no rinda todo lo que debe no es novedad, ya lleva un par de años así; Yamaha había dado un salto superando a Honda y ahora es esta la que ha superado a la marca de los diapasones, la lucha de marcas es algo cíclico que a priori no es muy preocupante. No parece que Yamaha se vaya a quedar así hasta el final de los días, sigue trabajando y evolucionando, cuenta con grandes ingenieros y con pilotos más que capaces de desarrollar la moto. 

El problema es que al mal rendimiento de la Yamaha se le ha unido el de los neumáticos. Bridgestone tampoco anda muy fino, esto tampoco es una novedad, pero quizás la marca de neumáticos se está aprovechando de ser el único proveedor del Mundial en la categoría reina y no está trabajando al nivel que debería en el Campeonato del Mundo. Los neumáticos son los mismos para todos lo que eliminaría la opción de culpar a estos ante una sucesión de malos resultados, y aunque factores como la adaptación de la moto, el asfalto o el pilotaje afectan a su rendimiento, si la queja empieza a ser generalizada entre todos los pilotos y en ocasiones como en la carrera de Phillip Island se tienen que reducir las vueltas porque los neumáticos no van a aguantar, el problema deja de ser en su totalidad de Lorenzo y su M1 y empieza a ser algo preocupante.

Además a esta situación tan poco idílica hay que sumarle que el mallorquín ya no es el niño bonito de la categoría. Desde, prácticamente, sus inicios le han comparado con Dani Pedrosa – tema de representantes a un lado – ambos han ido luchado por ser la referencia en el motociclismo español. Desde su debut en Moto GP, Lorenzo lo ha hecho muy bien, cuarto en su primer año, subcampeón en el segundo, sin volverse pequeño porque su compañero de equipo fuera Valentino Rossi y con dos títulos mundiales más en su palmarés. El problema es que detrás de él venía un chaval bajito, risueño que no tiene miedo y que está batiendo todos los records.

Con Márquez los ataques psicológicos no valen, a él le entran por un oído y le salen por el otro, se lo pasa bien sobre la moto y eso es lo que más le importa. Su continua sonrisa y sus bromas le hacen ganarse el cariño del público casi antes de que hable y eso es algo que a Lorenzo le cuesta, además actos o videos que piensa le van a beneficiar terminar por perjudicarle más. Todo el terreno que tenía ganado lo ha ido perdiendo a favor de Márquez.

Sea como fuere, el caso es que ya llevamos dos Grandes Premios y el de Mallorca acumula errores en lugar de puntos. Él continúa entrenándose para estar al cien por cien, físicamente ya lo está ahora solo falta que también lo esté mentalmente; que el poder que hasta ahora había tenido para dejar a un lado los problemas una vez se subía a la moto vuelva para quedarse.

Puede que en estos días hasta que llega el GP de Argentina, después de los mosquitos y entre horas y horas en el gimnasio haya encontrado la clave para que ese Lorenzo fuerte, capaz de olvidarse de los problemas personales, de correr con los dos tobillos rotos, o recién operado, vuelva. Que en Argentina empiece el Mundial para él.  





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