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- No puedes perderte una carrera? ¿Ir a la playa o algo?
- Jajajaja. Nos vemos en Mugello, colega.
El comentario de
Cal Crutchlow a Marc Márquez y la respuesta de este al británico vía Twitter
obtuvieron 936 retweets y 1083 favoritos en la red social. Ese es uno de los
múltiples casos que ejemplifican la importancia que están adquiriendo las redes
sociales. Antes el precio de un piloto se basaba en su calidad ahora con el
auge de las redes sociales y la importancia de los medios de comunicación
¿cuánto vale un piloto? El valor de estos ya no solo depende de su habilidad
sobre la moto sino de su carisma una vez se bajan de ella.
Que Márquez gane
una carrera le gusta a la fábrica, al equipo, al patrocinador y a los
aficionados, pero si ya se hace una selfie en el podio con los otros dos
pilotos, y después escribe un comentario en alguna red social agradeciendo el
trabajo a su equipo ya se vuelven locos, el patrocinador y los aficionados en
especial. Y es que es eso lo que nos gusta, conocer cada detalle de los pilotos
a los que seguimos en cada Gran Premio. Atrás quedaron los tiempos en los que
solo se sabía de estos una vez pisaban los circuitos, ahora cada vez más la
línea entre lo público y lo privado, lo profesional y lo personal se acorta.
Las fotos de sus
entrenos, cenas, días en familia, vacaciones o vistas desde la ventana se han
convertido casi en rutina y han llegado a alcanzar un valor mucho más alto del
que se podía esperar. Publicar lo que están haciendo fuera de los circuitos es
algo casi obligado. No lo digo yo como espectadora, es algo de lo que los
pilotos y equipos son conscientes; el mejor ejemplo está en Dani Pedrosa, que
uno de los pilotos más reservados de la parrilla tenga cuenta en Twitter y suba
fotos de cómo pasa una tarde al sol en la terraza, quiere decir que las cosas
están cambiando.
La importancia
de la imagen no es nada nuevo, es cierto que no estamos descubriendo América,
pero también es verdad que cada vez más se está entrando en la vida de los
pilotos y si uno no es activo en las redes sociales nos cae mal. El rey de la
imagen sin duda alguna es Valentino Rossi, es quien más provecho ha sabido
sacarle a su simpatía y quien más rápido ha aprendido a sonreír en todo
momento. Controla como nadie el trato en persona a periodistas y aficionados –no
pongo la mano en el fuego, pero casi seguro que nunca le ha negado una foto o
un autógrafo a un aficionado-. Sabe cómo manejar sus declaraciones, atacar a
sus rivales sin dejar de ser el bueno de la película. Él empezó a mostrar el
camino que se debía seguir y además ha sabido adaptarse a los cambios.
Es cierto que a
la sonrisa de Rossi le han acompañado sus éxitos, algo parecido a lo que le
está ocurriendo a Marc Márquez que tiene ángel sobre la pista y fuera de ella.
A otros no les acompañan los éxitos pero saben compensarlo con cada comentario
que hacen, como es el caso de Colin Edwards o Cal Crutchlow, a quien resulta
casi imposible no idolatrar después de leerle en Twitter o escucharle en rueda
de prensa. O Jordi Torres de quien tan solo necesitas un par de
minutos sobre la moto antes de la salida para volverte fan incondicional.
Aquellos que no se caracterizan por tener una personalidad cautivadora, como es
el caso de Jorge Lorenzo, tienen que hacer un mayor esfuerzo por llegar al
público a través de las redes sociales.
El caso es que
ya sean más o menos simpáticos, les cueste más o menos publicar ciertos
aspectos de su vida lo necesitan para gustar entre el público y el Mundial no
deja de ser un negocio que como todos se mueve por dinero y cuanto mejor caiga
un piloto más fans tendrá y más lucha habrá entre los equipos por tenerles en
sus filas.
Así que en el
fondo, y pese a que quizás estamos entrando demasiado en la vida de las
personas es algo de lo que nos beneficiamos todos, aficionados, equipos,
patrocinadores y en el fondo pilotos.
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