El domingo un único pensamiento
cruzaba la cabeza de los alemanes, la final de la Copa del Mundo que se disputaban
la selección alemana y la argentina a muchos kilómetros del país galo. Poco les
preocupaban las nubes que durante casi todo el fin de semana cubrieron los
cielos del país y los pilotos que ese mismo fin de semana celebraran un Gran
Premio en el circuito de Sachsenring.
No son datos contrastados, pero
me lo puedo imaginar; el fútbol mueve masas y he de reconocer que de ser España
la que jugara la final yo también hubiera tenido un nudo en el estómago desde
bien temprano. A los que no nos iba la vida en la final del Mundial – mis preferencias
entre Alemania y Argentina son más personales que otra cosa – nos preocupaba
que esas nubes que se iban y volvían hicieran del Gran Premio una copia del de
Assen.
Todo apuntaba a que así sería,
al menos eso fue lo que ocurrió en Moto 3 y Moto 2. ¿Neumáticos de seco o
mojado?, la eterna pregunta cuando ha llovido la noche anterior, la pista se
está secando, hay riesgo de lluvia y el de al lado en la parrilla de salida
cambia de neumáticos tres veces en apenas minutos. Una vez tomada la decisión
en las dos categorías inferiores toca tirar y cruzar lo mejor situado posible
la meta.
En Moto GP la película es
distinta, las nubes y el riesgo de lluvia significan carrera flag to flag:
normalmente según se apaga el semáforo el jaleo empieza en boxes para tener
lista la segunda moto en caso de lluvia. Eso al menos es lo que había ocurrido
hasta ahora, pero el domingo después del lio habitual en domingos nublados los
pilotos daban la vuelta de reconocimiento y se metían en boxes sin llegar a la
parrilla de salida. Tan solo 9 pilotos liderados por Stefan Bradl ocupaban sus
posiciones. Los 12 restantes cambiaban de moto y se apresuraban al final del
pit lane a que se encendiera el semáforo. La pista estaba seca en su mayoría y
los neumáticos de mojado hubiera supuesto un suicidio.
En parrilla el semáforo se
apagó, Bradl lideraba en casa con un casco especial en homenaje a esa final que
se jugaba en Brasil horas más tarde. Tras él salieron los demás que formaban la
parrilla de salida. Mientras un semáforo se apagaba en la línea del pit lane los
doce pilotos que habían decidido cambiar de moto, apostar por los neumáticos de
seco esperaban ansiosos, agolpados a que el semáforo en su caso se pusiera
verde, como el primer día de las rebajas cuando las personas se agolpan en la puerta del centro comercial disimulando los codazos para que los de seguridad, que ríen al otro lado de la puerta, no digan nada. Aquí no había codazos ni empujones pero si esa tensión en el ambiente, ese nerviosismo en los segundos previos a que se abran las puertas o se apague el semáforo más bien.
El pequeño carril de
incorporación al trazado se llenó de pilotos buscando un hueco para ser el
primero en comenzar la caza. Lorenzo se saltaba la línea continua, puede que le
empujaran, levantó la mano y perdió posiciones para que no le penalizaran. Mientras
tanto Márquez seguido de Pedrosa ya estaban a la caza de la cabeza.
Bradl, el que parecía haber sido
el alumno aventajado con su elección de neumáticos de seco en la parrilla, se
perdía en las posiciones de atrás jugando con los puntos por esa misma
elección. Óscar Haro daba la clave una vez su ‘cachorro’ veía de lejos la
cabeza de carrera. El alemán llevaba neumáticos de seco con reglaje de lluvia
lo que le impidió aprovechar y mantener la ventaja inicial.
Salvo la salida el resto de la
carrera fue una carrera más; con Márquez dominando y los demás intentándole seguir
el paso. Las únicas diferencias fueron la resistencia que mostró Pedrosa y
volver a ver a Lorenzo en las primeras posiciones, remontando, y manteniéndose tercero
hasta ver la bandera a cuadros.
En el parque cerrado a la moto
de Marc Márquez se le unía la de su compañero Dani Pedrosa, la de Jorge Lorenzo
y la CRT de Aleix Espargaró. Los cuatro sonreían conscientes de la histórica carrera, que
vale que Márquez también había ganado, pero que todos habían protagonizado.
El Mundial cierra, los pilotos
se van de vacaciones, pero solo hasta el 10 de agosto que volverá todo esto en Indianápolis.
A todo esto, un gol en el minuto 113 le dio a Alemania su cuarta estrella en la camiseta y un día más que marcar en el calendario, aunque algunos nos quedemos con esa salida a lo inicio de las rebajas.
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