jueves, 24 de julio de 2014

Es él, Aleix Espargaró




‘La paciencia es la madre de todas las ciencias’, reza el dicho. ‘Con trabajo todo llega’, ‘si peleas por algo lo terminas consiguiendo’, o ‘tiene mucho potencial, pero le faltan los medios’. La vida profesional de un deportista es muy corta y tendemos a pensar que si a los 21-22 años no ha conseguido ningún resultado destacable su carrera está acabada.

Por norma general ese pensamiento es cierto, los años de juventud – entiéndase juventud deportiva, ya que con 35 años uno es mayor para el deporte pero joven para la vida en general – son los más propicios para conseguir éxitos por energía, vitalidad, ganas, motivación… Las mismas razones que nos llevan a creer ver en alguien una estrella. Pero el problema viene esta ‘estrella’ no termina de lucir, e incluso empieza a apagarse antes de brilla. Es entonces cuando nos escudamos en frases hechas a las que nos aferramos aunque sepamos que no siempre tienen porque ser verdad.

Los 20 son el momento en el que puedes con todo; tienes toda la vida por delante, energía y la certeza de que vas a comerte el mundo. ¿Si a los 20 con todo a favor no consigues éxitos, lo vas a hacer a los 30? Pues sí, a veces aparecen deportistas que necesitan madurar para destacar. Un claro ejemplo es Ferrer, a quien la madurez le ha dado su sitio en el tenis. No todo es Nadal o Márquez que antes de dar el primer paso ya tienen la estantería llena de trofeos.

Aquí entra a escena Aleix Espargaró, la madurez le ha llegado a los 24 (lleva más de 20 sobre dos ruedas), pero evidencia que puedes convertir una frase hecha en una afirmación.  

Los inicios de su carrera no varían mucho de la de otros pilotos, de los inicios de Márquez, Pedrosa o Lorenzo – por asemejar su caso al de otros pilotos de su país -. Se subió a una moto siendo muy pequeño, su padre le llevaba a correr los fines de semana, fue el ejemplo a seguir por su hermano pequeño quien heredaba las motos, empezó a competir en campeonatos de Enduro, pasó a los de velocidad de Cataluña hasta llegar al CEV. El título del Campeonato de España en 2004 le abrió las puertas del Mundial como la gran promesa del motociclismo español.

Su historia llevaba el curso normal de cualquier piloto que llega al Mundial. Tiempo de adaptación al equipo, a la moto, a los circuitos y al Mundial. Todo iba bien hasta que este periodo se terminó y se esperaban resultados por su parte y esos resultados no llegaban.

De 125cc pasó a 250cc, en principio esta categoría le venía mejor. Era muy alto, había crecido muy deprisa y las motos de cuarto de litro se le quedaban pequeñas. La categoría intermedia tampoco fue la suya, los resultados seguían sin llegar y cada vez era más difícil hacerse con una moto.

Además había otro factor en su contra. Pol, su hermano pequeño, venía pisando fuerte, más fuerte de lo que él lo estaba haciendo. Igual que en el colegio es difícil superar la imagen de los hermanos mayores, para bien o para mal, y conseguir que los profesores se aprendan tu nombre, en pista a los Espargaró les ocurría algo parecido solo que aquí era el mayor quien tenía la presión del pequeño. Resultaba imposible no comprar dos carreras que habían sido casi un calco una de la otra y que se habían fraguado bajo el mismo techo.

El invierno de 2009 fue el punto de inflexión de Espargaró. Un momento, un acto, una decisión que a todos les hace parar, reflexionar y plantearse su carrera de otra manera. En el caso de Espargaró vino precipitada por una noticia, se quedaba sin moto para la próxima temporada. Llegados aquí tenía dos caminos: darlo todo por vencido y dejarlo o volverse más fuerte y pelear.

Tomó el segundo camino. Estuvo un invierno en casa, viendo como los que habían sido sus compañeros se iban de pretemporada, se volvían a subir una moto y él por una mala gestión de su carrera deportiva – con el tiempo se supieron los verdaderos motivos – tenía que verlo desde el sofá de casa. 

No podía estar parado. Por aquel entonces empezaban las Moto2. Se convirtió en el probador oficial, pasó tanto tiempo rodeado de las nuevas 600 que terminaron por no tener secretos para él.

Toda la mala suerte que había tenido ese invierno se fue esfumando según llegaba el buen tiempo. Los problemas de salud de Stoner ese año hicieron que las posiciones de los pilotos Ducati se movieran y Espargaró fuera el elegido para ocupar el sitio que quedaba libre. 

Lo hizo tan bien que dejó alucinados a propios y extraños. Desde ese momento cambió su carrera. La siguiente temporada la corrió completa en la máxima categoría. Las cosas empezaban a ir bien, muy bien en realidad. MotoGP era su categoría.

Pero tuvo que dar un pequeño paso atrás. En 2011 volvía a las 600, esta vez no como probador, sino como piloto del equipo de Sito Pons en Moto2. Un pequeño paso que no le impidió volver a la categoría reina, en 2012, sobre las nuevas CRT que llegaban al Mundial.

Dorna creó un “campeonato paralelo” para las CRT por muchos y diversos motivos. De este “campeonato” solo destacaba un piloto. Aleix Espargaró. El catalán, el mismo que había tenido problemas al inicio de su carrera se convertía en la única CRT competitiva. Pero si buena fue su actuación los dos primeros años de estas motos, brillante está siendo lo de este año. 

Ha hecho lo que ninguna otra CRT ni siquiera ha rozado, y creo que a nadie se le había ocurrido podían hacer. Ha corrido con los pilotos de cabeza, ha logrado la pole en Assen y se ha quedado a las puertas del podio. Lo bueno de esto no son los resultados, que bienvenidos sean, sino la sensación de que no le cuesta conseguirlos. 

Muchos se quejan cuando las cosas no salen como esperan, otros se resignan a que tienen que ser así y otros luchan. Aleix Espargaró es de los que teniendo las cosas en contra ha conseguido que todo esté a su favor. 

Su sonrisa ya es habitual en el parque cerrado y que siga por mucho tiempo. 

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