El sábado en la parrilla de Moto3 un chico sin camiseta y con todos los músculos de su torso marcados a la perfección, casi como un modelo para una clase de anatomía o de dibujo, destacaba sobre todo lo demás. Se trataba del paragüero de Ana Carrasco. Él, sostenía el paraguas sobre la joven que no perdía la concentración pese a ser el centro de todas las miradas.
No era la primera vez que la piloto tenía un chico como paragüero, estando en el Team Calvo también tuvo uno, pero en esa ocasión llevaba camiseta y no era tan llamativo, rompía a lo que estamos acostumbrados, era un modelo, no un mecánico o alguien del equipo del piloto que es lo que se suele ver. Al verlo mis sentimientos se confundieron, me gusto que se diera este paso de romper el monopolio de las mujeres como paragüeras, pero pensar que podía tratarse única y exclusivamente de algo publicitario dejo de hacerme tanta gracia.
Me gusta que se reivindique, aunque sea con pequeños gestos. No me gusta que estos pequeños gestos no se hagan para reivindicar, sino por publicidad.
Una parte de mi quiere creer en lo primero, en lo bueno y bonito de ese gesto. Otra se va directamente a que es un reclamo ya que este año Ana Carrasco no está consiguiendo los resultados que obtuvo al final de la temporada pasada.
Soy consciente del deporte del que se trata, del público que en su mayoría lo sigue, de la labor que desempeñan las chicas más allá de sostener un paraguas y de que esto, como todo, es un negocio. También recuerdo que en este mismo blog manifestaba mi apoyo a que si se trataba de pilotos mujeres los paragüeros fueran hombres.
En cierto sentido lo sigo creyendo así, si vamos a utilizar a las personas como objetos, hagámoslo con ambos sexo, no solamente con las mujeres; paragüeras para los chicos, paragüeros para las chicas. Que los hombres también se paseen medio desnudos por los circuitos haciéndose fotos con las aficionadas y en lugar de llevar las marcas cosidas a la ropa como las chicas, las lleven pintadas al cuerpo. Si no se van a romper los cánones marcados que al menos las aficionadas también puedan disfrutar de ellos.
Pero si se busca crear afición, introducir a las mujeres en el Mundial empecemos por hacer las cosas bien. Que las paragüeras no sean un simple reclamo publicitario, que no se llenen secciones enteras con fotos bajo el título ‘chicas Paddock’ y que independientemente del tiempo, haga frío, calor o llueva, tan solo se utilice un metro de tela para hacer el modelito completo de las chicas en cuestión.
Adaptar el campeonato a los tiempos es mucho más que modificar las sesiones de clasificación, las normas para penalizar a los pilotos, las de los equipos o mejorar las medidas de seguridad. Mejorar la seguridad de los pilotos en la pista es esencial, pero también es muy importante que desde fuera se perciba el Mundial como un campeonato igualitario, no un lugar donde las chicas se continúan paseando medio desnudas.
No me gusta que se continúe haciendo recorridos con la cámara a los cuerpos de las chicas, fotos estratégicamente sacadas para ver el escote o la escasa falda de estas, que los periodistas continúen preguntando a los pilotos si han invitado a alguna paragüera a cenar como punto gracioso de la entrevista o que se recurra a planos suyos cuando llueve y la actividad está parada.
Vuelvo a insistir, si pusimos el grito en el cielo porque Jorge Lorenzo tenía a unas chicas en bikini en el jardín de su casa, por qué no decimos nada cuando junto a la imagen de presentación de un piloto en la parrilla de salida aparece un gran escote.
Me gusta pensar que había algo de reivindicativo en el chico que sujetaba el paraguas de Ana Carrasco. Quedarme con la idea de que algo está cambiando y no solo porque haya una chica de piloto.
No me gusta la idea publicitaria que tiene todo esto. El llamar la atención a falta de resultados tan buenos como se esperaban.
Así que como es verano y estoy de buen humor, me quedo con la parte que me gusta, con lo bonito que se puede sacar de todo esto.
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