jueves, 4 de septiembre de 2014

48 hoy y siempre


Hace cuatro años el mundo del motociclismo enmudeció. El Gran Premio de Italia se tiño de negro. Todos contuvimos la respiración al verle caer y nos costó recuperar el ritmo normal de esta. Hace cuatro años, el 5 de septiembre de 2010, el piloto japonés Shoya Tomizawa perdía la vida en el circuito de Misano. 

No es necesario recordar la carrera, ni el accidente, ni si quiera las otras dos carreras que tuvieron lugar ese mismo día, en ese mismo circuito que ha adquirido ciertos tintes dramáticos, pero aunque olvidemos ese día no debemos olvidar la sonrisa y entusiasmo del joven piloto. 

Más allá del paddock era un piloto desconocido, uno de tantos nombres que forman parte del campeonato, uno de tantos pilotos que pasan por el Mundial. Además su historia no llamaba la atención sobre la de otros pilotos, pero dicen los que compartieron paddock con él que tenía algo especial.

Su debut en el Mundial llegó en 2006 en el Gran Premio de Japón donde participó como wildcard en 125cc, pero su primera vez sobre una moto fue a los cuatro años y en una competición de minimotos con 10. Se convirtió en el wildcard fijo del Gran Premio de Japón corriendo hasta en tres ocasiones, hasta que en 2009 le llegó la oportunidad de correr el Mundial completo en 250cc.

Seguía siendo un piloto más hasta que en el Gran Premio de Qatar se hizo con la victoria de la primera carrera de la recién estrenada categoría de Moto2. Aquel primer puesto le colocó en la palestra, en los ojos de todos los aficionados que se pierden entre tantos pilotos y demostró que no había sido un espejismo al hacerse con la pole y el segundo cajón del podio en la segunda prueba del Mundial, Jerez.

El resto de la temporada no fue especialmente destacable pero el piloto japonés consiguió mantenerse estable en la jungla que era, y es aunque cada vez menos, Moto2; pero sobre todo consiguió lo más importante y es que el público le reconociera, que el 48 de su moto tuviera nombre y cara. Consiguió que todos recordaran su sonrisa. 

Los que le conocieron destacan su sonrisa, siempre sonreía incluso cuando era un piloto más paseando por el paddock; llamaba la atención por su carácter alegre y su simpatía que en muchas ocasiones chocaba con la imagen que se tiene de los pilotos nipones del campeonato. El poco tiempo que el mundo del motociclismo pudo conocerle fue suficiente para que se ganara el cariño sino de todos de la gran mayoría de los periodistas, gente del paddock y aficionados.

Él llevaba en cada prueba del Mundial el 74 de su compañero, también fallecido en carrera, Daijiro Kato y nosotros desde el 5 de septiembre de 2010 llevamos además del 74 el 48 en elcorazón


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