Según te cuelgas el pase al
cuello empiezas a tener que controlar el grupi que llevas dentro. Todos
llevamos uno, a algunos les sale en los conciertos, a otros en los preestrenos
y a otros al estar rodeado de motos.
Entras en el paddock. En ese
sitio que parece un mundo paralelo al que no tienes acceso, en el que los
pilotos hacen su vida durante un fin de semana. Entre los boxes, camiones,
hospitality, motorhome e instalaciones de las televisiones se mueven los
pilotos, mecánicos y demás miembros de los equipos como si fuera no existiera
nada. En realidad para ellos es así, las ciudades se dividen entre el
aeropuerto y el circuito, tampoco necesitan mucho más.
Al parecer, el grupi que yo llevo
dentro y que va saliendo según se acerca a cualquier circuito de España y
supongo que del mundo, me vuelve hiperactiva, habladora – mucho más de lo
normal – y me hace estar todo el día diciendo ‘uy mira, el camión de…’, ‘anda,
ese es mecánico de…’ y así prácticamente con cada cosa que se cruza en mi
camino.
Vas caminando con tu amiga por
el paddock, previo aviso claro de que si ves a Álex Crivillé no respondes de
tus acciones, aunque ella no entienda esa pasión que sientes por el que fuera
piloto. La primera prueba de fuego llega según te haces la foto de rigor en el
hospitality de Honda con las motos de Márquez y Pedrosa de fondo. Tú posas y
Dani Pedrosa sale en una scooter conducida por Raúl Jara. Un par de fotos con
la gente que se agolpa a su alrededor y según llega se va.
Ves a lo lejos a Jorge Lorenzo
cruzar el paddock; a Alex de Angelis camino del camión de su nuevo equipo; a
Álex Rins que llega tarde y no puede pararse a hacerse fotos; a Loris
Capirossi, que si puede pararse y se hace fotos con todos los que se acercan; a
Marc Márquez, vale, a Márquez no le ves pero si a Santi, su mecánico, y dada la
multitud que esta agolpada entre los dos camiones del HRC el campeón del mundo
tiene que estar entre toda esa gente. De Rossi solo ves su motorhome y unas
cinco personas que esperan a que vuelva, o salga porque en la hora y mucho que
llevan allí delante no han visto movimiento alguno.
En una scooter rosa ves
acercarse a Nico Abad, la emoción que te embriaga es nula y totalmente distinta
a la que sientes al ver a Ángel Nieto. Tu amiga y tú dudáis pero finalmente decidís
pedirle una foto ‘Ángel, la última foto’,
ambos sabéis que no va a ser la última foto, que otros muchos vendrán con la
misma frase detrás, como el chico que tras vosotras le dice ‘una foto con el
12+1 veces campeón del mundo no se tiene todos los días’. Anda que no habrá escuchado
veces esa frase, aun así sonríe. Mientras te alejas te adelantan dos chavales
en bici ‘tío, no dejan tranquilo a tu padre’ le dice uno al otro, sin saberlo
te acabas de cruzar con el pequeño del clan Nieto.
Vas convencida de que si les
llamas por su nombre te hacen caso, al menos eso quieres creer, porque la
verdad es que les habrán llamado unas mil veces por su nombre, su apellido, su
número, su apodo público, el apodo que utiliza ese fan en particular, su número
de títulos o el clásico campeón. Ya está
todo inventado y seguro que ni tu amiga ni tú habéis encontrado la clave para
llamar la atención sobre el resto de los aficionados, pero quieres creerlo y
por qué no hacerlo.
Khairuddin en su scooter; María
Herrera caminando; los mecánicos de Ana Carrasco trabajando en la moto; Emilio
Alzamora y los padres de los hermanos Márquez entrando en el hospitality de
Repsol; Javi Ullate, el mecánico de Lorenzo, saliendo del box; Gelete y Pablo Nieto frente
a las GPRooms; Oscar Haro; las cámaras de Movistar entrevistando a un mecánico;
las de Sky Sport grabando por el paddock; Carlos Checa; la clínica móvil; todos
los motorhome; los camiones de los que cuelgan los monos usados de los pilotos
y en algunos se acumulan los zapatos en la puerta; los hospitality incluido el
de Ducati, que puede que no ganen pero se aseguran de no perder el estilo en el
hospitality del equipo; la sala de prensa a lo lejos; el podio en lo alto; todo
eso conforma tu tarde de sábado.
Y cuando crees que lo tienes
todo superado, que salvo un par de momentos – de los cuales te arrepentirás
mucho al día siguiente - has conseguido contener el grupi que quiere salir,
mejor que la emoción, aparece a lo lejos Jack Miller. ‘Corre’ te dice tu amiga
y ahí vais a la carrera en busca de una foto con Miller. Esa foto hace que al
día siguiente seáis un poco más fan él y sufráis de manera distinta su caída,
que casualmente se produce frente a la grada donde estáis sentadas.
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